1º
nivel: aula TEA. “Poesía de Halloween”
2º nivel: Mario Zalote Pino (Hacker),
“Una noche de miedo”, 2º B.
UNA
NOCHE DE MIEDO
Esta historia nunca se ha
contado. Un día de Halloween fui a una
casa a pedir chuches, pero no había nadie. Entré y estaba todo oscuro y entré a
todas las habitaciones menos a una. Entré a la última y habían muchas chuches.
Iba a coger una y de repente apareció un vampiro, una araña, Chuqui, It y la
niña del pozo.
3º nivel: Martina Marín
Fernández (Willa), “El beso de la muerte”, 3º B.
EL
BESO DE LA MUERTE
Había una vez, un esqueleto
que vivía entre las tumbas del cementerio. Una mujer llamada Cleomax se
enfrentó con su miedo al cementerio, porque su marido se había muerto y, desde
ese día, no quería volver al cementerio.
Cleomax se armó de valor y
entró al cementerio. Vio un esqueleto moviéndose entre las tumbas y le
preguntó:
- Cariño,
¿eres tú?
Y el esqueleto le intentó
decir temblando.
- Sí,
soy yo.
Cuando se dio cuenta,
Cleomax empezó a llorar con lágrimas de sangre y a la vez empezó a convertirse
en otro esqueleto. Ambos se abrazaron y se besaron y decidieron vivir el resto
de sus vidas juntas entre las tumbas del cementerio.
4º nivel: Laura Sánchez
Román (El espíritu del perro), “El perro y la niña”, 4º A
EL PERRO Y LA NIÑA
Era una vez, una niña llamada
Martina que iba a pasear a su perro llamado Calavera.
Un día, Martina decidió ir
por un camino nuevo, adentrando en el bosque. De repente, se escapó.
Inmediatamente, fue a buscarla y se encontró con una casa. Llamó a la puerta,
pero no abría nadie. Entró por curiosidad y vio que la casa estaba abandonada.
Subió las escaleras de la
casa y vio a Calavera en una habitación, le acarició y escuchó un ruido que
venía de abajo. Bajó despacio y asustada. La perra ladró y todo se puso oscuro. Martina dijo:
- ¡Calavera,
ven!
Escuchó su ladrido:
- ¡Guau,
guau!
La niña gritó asustada:
- Ven
conmigo, por favor.
De pronto, Calavera se
iluminó como una lámpara y, ¡explotó! Sus cachos de piel todavía siguen ahí.
5º nivel: Iván Jiménez
Márquez (Destrayer), “El enterrador”, 5ºC
EL ENTERRADOR
Había
una vez, en un pueblecito llamado Fechel donde vivían un grupo de amigos. El
grupo lo formaban Sergio, Iván, Aitor, Ángela y Sandra. Era el 29 de octubre y
ellos estaban esperando el día 31 por la noche, porque se querían disfrazar y
pedir caramelos. Ellos hablaban, jugaban, pero también esperaban. Pasaban los
días y cada vez quedaban menos hasta que, ¡por fin, llegó el día! Ellos se
prepararon, se disfrazaron y por la noche salieron a la calle y pidieron
caramelos. Todos los niños del pueblo se habían disfrazado, todo el mundo estaba
feliz. Ellos pidieron caramelos por todas las casas, hasta que Iván vio el
cementerio del pueblo. Decidieron entrar aunque estaban muy asustados porque
habían visto al “Enterrador” desenterrando tumbas y cogiendo lo más valioso que
llevaban puesto los cadáveres. Los niños se escondieron, pero el enterrador
siguió persiguiéndolos. El enterrador atrapó a los niños y les obligó a cavar a
cada uno su propia tumba. Aitor no se las pensó dos veces y con la pala le dio
en la cabeza al enterrador. Entre todos enterraron al enterrador.
6º nivel: Lucas Torres Díaz,
(El hombre morado), “El museo de las estatuas”, 6º B
EL
MUSEO DE LAS ESTATUAS
Una
tarde un joven estaba con sus amigos en un museo. Era uno de los mejores museos
del país por las estatuas realistas que tiene. Uno de sus amigos le propuso una
apuesta.
- Debes
quedarte una noche en este museo. Si lo haces te doy 100 €. Si no, eres un
cobarde. ¿No lo eres o sí?
Él lo hizo porque sólo era
un meso. Le costó entrar, pero lo consiguió.
De noche, el museo era
oscuro y aterrador. Vio una puerta que no había visto antes. Detrás, había un
gran almacén con unas pocas estatuas. En la descripción de todas decía: “No
estés aquí”.
Entonces, se cerró la puerta
y todo se estaba convirtiendo en piedra. Él encontró una llave y consiguió
salir. Intentó salir del museo, pero no podía. Se fue a una zona de cuadros
donde había otra puerta. Cuando la abrió los cuadros se cayeron y hubo un
terremoto que derrumbó la puerta de salida. Cuando la cruzó, seguía en el
museo. Entonces, las estatuas lo persiguieron para convertirle en una.